¡Coraje,
serenidad y sabiduría!
David, el menor de 6
hermanos, que nació en 1915 en EEUU. Apostamos que con dos años de edad, comía
helados y jugaba con los juguetes de la época, seguramente más numerosos y caros
que los juguetes de otros niños. De adolescente, durante los veranos, iba con
su familia a la finca de
Seal Harbor, en
Maine, allí los niños podían dar lagos paseos por el interior de los
bosques de la finca y navegar en sus barcos. En su juventud se escapaba a la
casa de las islas Vírgenes, o a un rancho venezolano entre las montañas. De
habitual vivían en una casa de la Quinta Avenida en Nueva York, costaba
mantenerla 50.000$ al año, mantener el resto de la hacienda costaba 500.000$. En
1969, David era presidente del consejo de administración y principal director
ejecutivo del banco más importante de su país, como ciudadano más poderoso de
los Estados Unidos, se escribió de él diciendo
“David Rockefeller, el único hombre que tendría que bajar en el
escalafón para convertirse en presidente de su país”.
Con el mismo nivel
intelectual, las mismas capacidades personales y la misma motivación, ¿hubiese
llegado a ese mismo cargo, si David hubiese nacido en una zona de Los Ángeles
llamada Watt, de ingresos bajos y predominantemente negra?, o más aún, si se
tratase de su hermana Mary Rockefeller, ¿habría llegado Mary a tener tanto
poder cómo su hermano David?
Las personas tenemos entre sí conflictos por tener diferentes
intereses personales. Las personas de
diferente clase social tienen entre sí conflictos por tener diferentes intereses en la estratificación
social que ocupan. Las naciones diferentes económicamente (ricas, pobres)
tienen conflictos por tener diferentes intereses en su estratificación
internacional.
En todos los problemas a todas las escalas, se pueden hacer
prevención de conflictos, pero si la persona ha sido sustituida por un robot en
la cadena de producción de su empresa para reducir los costes laborales y aumentar
así su competencia en el mundo, produciendo un efecto dominó en sus compañeros
para que acepten, un recorte de salario, un recorte de prestaciones, más
temporalidad en el empleo, el alargamiento de la jornada para no ser igualmente
sustituidos por otro robot. Se produce una sin razón.
Aristóteles decía “Cualquiera
puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona
adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y
del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”, ¿cómo
podríamos enfadarnos con el robot que tenemos que competir en nuestro puesto de
trabajo? En esta situación, ¿tendremos
que amordazar, nuestro espíritu crítico, en lo más hondo de nuestra conciencia?
Platón dice: “La
pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación
de los deseos”.
Mahatma Gandhi, dice: “La
Tierra tiene lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no
las ambiciones de unos cuantos”.
Teresa de Calcuta dice: “La
pobreza no la hizo Dios, la hacemos tú y yo cuando no compartimos lo que tenemos”
Vamos a vernos en la individualidad, para ver si tenemos
solución en la colectividad o ver por donde podemos empezar a dar alguna solución.
Porque el cambio es individual, como dice el filósofo alemán Haberman: "Nuestra función en la vida es contribuir
en la formación de ciudadanos responsables, frente al ambiente y a la vida
misma".
Dalai Lama dice: “Lo
más sorprendente del hombre occidental es que pierde la salud para ganar
dinero, después pierde el dinero para recuperar la salud, y por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan del presente, por
lo que no viven ni el presente, ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que
morir nunca, y mueren como si nunca
hubiesen vivido”.
¡Nada queda por decir, los grandes eruditos a lo largo de
la historia, desde todas las culturas y creencias, nos han dado todos los
discursos posibles, ahora sólo queda la puesta en práctica de todos los
conocimientos! Si cada uno mejoramos nuestro entorno el mundo mejorará o al
menos habrá mejorado “nuestro mundo”. ¿Es un reto pequeño?
Platón dice: “Tres
facultades hay en el hombre: la razón que esclarece y domina; el coraje o ánimo
que actúa, y los sentidos que obedecen”. Como conclusión, voy a terminar
con esta frase parafraseada y en primera persona para clamar como si fuese un
deseo de impotencia y súplica: “Señor,
dame “coraje” para cambiar lo que
pueda cambiarse, dame “serenidad”
para aceptar lo que no pueda cambiarse y dame “sabiduría” para distinguir lo uno de lo otro”. ¡Qué este sea
nuestro estribillo!